¡Cómo
extrañé a Miriam los días que no estuvo!
Lo que para ella
eran unos días de descanso, para mí, fue un período de tristeza y
soledad.
Su cama vacía me recordaba el silencio que abrazaría mi desayuno y el tedio del “día mudo”.
A nadie se le ocurre mandar mensaje a alguien que está disfrutando sus primeras vacaciones con la persona que eligió para compartir el tiempo.
Soy “nadie” me dije en voz baja. ¿Cuánto tiempo? Me pregunté. ¿Y si no vuelve?.
Su cama vacía me recordaba el silencio que abrazaría mi desayuno y el tedio del “día mudo”.
A nadie se le ocurre mandar mensaje a alguien que está disfrutando sus primeras vacaciones con la persona que eligió para compartir el tiempo.
Soy “nadie” me dije en voz baja. ¿Cuánto tiempo? Me pregunté. ¿Y si no vuelve?.
Pero Miriam volvió. Feliz
y rozagante… con profundo placer sacó de su mochila un recuerdo de
Santa Teresita, lo ubicó en la repisa justo frente de mi cama. Era
una pirámide con paredes de acrílico transparente, en su interior,
con
unos centímetros de agua, orgulloso de su protagonismo, un delfín.
En la base celeste miles de puntos mágicos, azules y dorados.
Ahora
Miriam
no está, no
se
fue de vacaciones, consiguió una beca en Holanda para estudiar
Lenguas Clásicas y, cuando regrese, ya no volverá a compartir la
habitación de la pensión estudiantil… Me dejó la pirámide…
ésa que ahora, con el insomnio de la
madrugada,
miro fijamente. No
puedo conciliar el sueño. Traigo el cuenco lleno con piedras de sal
que tiene una luz tenue, y lo ubico detrás de la pirámide; así
puedo ver al delfín. Delfín-Miriam, lo llamo.
Observo
que no está
feliz como cuando lo instalaron en la repisa, lo noto dubitativo,
inquieto.
Me mira y retribuyo su atención… Permanecemos así
un
tiempo indefinido…
En un momento, los
puntos mágicos comienzan
a moverse transformados
en
arena. Una
brisa suave mueve
los granitos de arena que
comienzan a golpetear
el interior de la pirámide... La brisa se vuelve viento y la arena
se sacude produciendo
extraños sonidos.
El Delfín-Miriam clama, escucho su decir silencioso.
Ya no es una tormenta cualquiera, es un tornado. Se rompen las paredes de la pirámide. El delfín sale, se escapa… viene a mi cama, se instala… Siento su frío cuerpo, humedece mi piel. Despavorida, con arena en los ojos, resuelvo hacerme un café.
Al poner un pie en el suelo la veo... acurrucada en un rincón, rodeada de pedazos de acrílico de lo que una vez fue una pirámide, está Miriam... cubierta con mi bata azul, la que tiene capucha, tiene una flor en su cabello y su sonrisa franca.
El Delfín-Miriam clama, escucho su decir silencioso.
Ya no es una tormenta cualquiera, es un tornado. Se rompen las paredes de la pirámide. El delfín sale, se escapa… viene a mi cama, se instala… Siento su frío cuerpo, humedece mi piel. Despavorida, con arena en los ojos, resuelvo hacerme un café.
Al poner un pie en el suelo la veo... acurrucada en un rincón, rodeada de pedazos de acrílico de lo que una vez fue una pirámide, está Miriam... cubierta con mi bata azul, la que tiene capucha, tiene una flor en su cabello y su sonrisa franca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario