Los
viejos guardan las palabras
para quienes realmente
los entienden y admiran: Los niños.
para quienes realmente
los entienden y admiran: Los niños.
Su
mundo es el silencio de la habitación… esa que da a la calle...
Entrando por la puerta principal, la primera a la
izquierda.
Dormita.
Hace tiempo su cama tiene barandas y, al elevar la cabecera, puede ver el viejo televisor. Prefiere los programas de deportes. La mujer e hijos lo cuidan con esmero, en general, él no responde.
Cuando viene Manoel, su hijo mayor, lo toma en sus brazos y lo sienta en el sillón… una mueca le endulza la cara. Sus ojos toman ahí el color del Miño, marrones con un ligero tono azulado… Entonces, la pregunta:
- ¿Vino Lucía?
Espera ansioso la respuesta. Al escuchar el “Sí” su corazón empieza a galopar enloquecido. Se le escapa del pecho.
Dormita.
Hace tiempo su cama tiene barandas y, al elevar la cabecera, puede ver el viejo televisor. Prefiere los programas de deportes. La mujer e hijos lo cuidan con esmero, en general, él no responde.
Cuando viene Manoel, su hijo mayor, lo toma en sus brazos y lo sienta en el sillón… una mueca le endulza la cara. Sus ojos toman ahí el color del Miño, marrones con un ligero tono azulado… Entonces, la pregunta:
- ¿Vino Lucía?
Espera ansioso la respuesta. Al escuchar el “Sí” su corazón empieza a galopar enloquecido. Se le escapa del pecho.
Instalado
el abuelo, van a buscarla. Ella corre, lo abraza, lo besa y termina
sentada a su lado.
- Abuelo, contame la historia de la campiña… esa dónde aparece la abuela.
Las palabras se atropellan, salen desordenadas.
- Pará, empezá por la abuela.
- Tu abuela era “flor de mayo” cuando la conocí. Todas las semanas iba a verla cruzando el río Miño a nado… ella me estaba esperando…
- Así no abuelo, en portugués!!!!
- Tua avó era “flor de maio”, quando eu a conheci...
El abuelo habló una hora sin parar, Lucía no sacaba los ojos de ese rostro surcado por las arrugas, el tiempo, la nostalgia y el amor a su compañera de toda la vida… En la aldea… En el exilio elegido cuando sus amigos de apenas veinte años fueron al monte al estallar la Primera Guerra Mundial.
Lucía entendía y admiraba a su intrépido abuelo...
Al verlos, afloraba “el amor incondicional” que unía a esa niña de cabellos ensortijados y ese abuelo silenciado por la vida...
- Abuelo, contame la historia de la campiña… esa dónde aparece la abuela.
Las palabras se atropellan, salen desordenadas.
- Pará, empezá por la abuela.
- Tu abuela era “flor de mayo” cuando la conocí. Todas las semanas iba a verla cruzando el río Miño a nado… ella me estaba esperando…
- Así no abuelo, en portugués!!!!
- Tua avó era “flor de maio”, quando eu a conheci...
El abuelo habló una hora sin parar, Lucía no sacaba los ojos de ese rostro surcado por las arrugas, el tiempo, la nostalgia y el amor a su compañera de toda la vida… En la aldea… En el exilio elegido cuando sus amigos de apenas veinte años fueron al monte al estallar la Primera Guerra Mundial.
Lucía entendía y admiraba a su intrépido abuelo...
Al verlos, afloraba “el amor incondicional” que unía a esa niña de cabellos ensortijados y ese abuelo silenciado por la vida...
Imagen:
Internet
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