Cuando
dejamos caer los párpados, dulcemente las pestañas aprisionan
nuestros sueños....
Es
en ese momento, cuando el silencio nos acompaña, que podemos
escuchar la música maravillosa y vivir nuestra vida...
Vemos
las aves volar... Cada una lleva una nota en su pico... Para poder
seguirlas nos tomamos de las fusas que abandonan en el camino... Las
alcanzamos... Nos montamos en su lomo y echamos a volar
despreocupadamente...
Podemos
ver el planeta Tierra con sus azules brillantes uniendo
continentes...
Al
son de un vals, bailan las nubes... Ahí... Ahí se puede oír,
suave, tiernamente, el nuevo sonido de la octava nota... En ese
instante descubrimos que, sin darnos cuenta, estábamos caminando el
pentagrama de la vida...
Vemos
sus caminos bifurcados... Los paralelos... Las manos tendidas en el
horizonte y la columna vertebral de América alzándose orgullosa a
los pies de sus hijos...
Para
observar mejor, abandonamos el lomo del ave intrépida y nos tomarnos
de sus alas... Los ocres se desprenden de los árboles para
alfombrar las calles... Nos sorprenden los pétalos de rosa bailando
al compás de los violines de Vivaldi...
En
un movimiento seco, se despegan nuestras pestañas... No nos queda
otra que comenzar a dormir profundamente la jornada hasta el próximo
sueño vida... Entonces, agotados de tanto día, bajamos nuevamente
nuestros párpados para vivir la vida...

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08/04/13