Una de la mañana en Mar del Plata…
Tal vez, las dos…
Con la vista fija en el horizonte,
comienza a caminar hacia la mar…
“Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
y así como en tus cuentos, no está mal;
un rayo a tiempo y se acabó la feria…”
Las primeras sales tocan sus pies
¡Padre que le diste la melancolía,
y el nombre!
Nombre que indica el camino…
“Dispuesta a todo”…
Los dedos de sus pies
comienzan a deformarse
tapados por el agua…
Dispuesta a todo.
No se siente humillada
como aquella vez…
Cuando le hicieron notar que el libro,
ese que “leía” moviendo los labios,
estaba al revés…
Pantorrilla mojada…
Cuatro años
y tener que llorar
detrás de la puerta por sentirse descubierta…
Frescura de mar…
Los primeros años de su vida
fueron insoportables
por su intenso desarrollo sensorial…
No se debe “sentir tanto” en esta vida…
Exceso de sentimiento,
pecado de soledad…
Entre los suyos, logra remediarlo…
Mil novecientos treinta y ocho,
pudiendo tener el mundo en sus manos
el cáncer la acecha…
Le manotea la vida.
El mar de octubre la envuelve…
¿Siente frío?
Los libros fueron su ropa
siendo dueña de las palabras…
El agua avanza sobre su cadera
Presiente a su hijo…
A sus amigos poetas,
a Alfredo y Alicia,
Gabriela y Juana…
Una ola la empuja…
Federico le sonríe con su cara de niño…
Cae…
En ese torbellino, piensa en Quiroga...
Porque aquella vez...
Aquella vez,
no estuvo “Dispuesta a todo”…
Alfonsina Storni 29/05/1892 – 25/10/1938